27/9/19

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Hola, soy un monitor de los scouts del Grupo Scout «Hermano Lobo» de Albacete y quería compartir una experiencia del sábado 21 con todo el mundo. Resulta que este día teníamos un encuentro formativo con los monitores del resto de grupos del MSC de Albacete pero, en el lugar en el que nos disponíamos a realizarlo, El Picazo, sufrió una catástrofe natural leve la noche de antes de nuestra llegada, digo leve porque gracias a Dios nadie tuvo que llorar la pérdida de ninguna persona, aunque los daños materiales fueron tremendamente fuertes, por lo que anulamos nuestro planing original y nos dispusimos a prestar una mano con la mejor de las intenciones a las personas del lugar.


 Cuando llegamos al Picazo tuvimos que buscar una ruta alternativa con los vehículos para poder acceder al interior del pueblo, mientras que las personas que iban andando atravesaron un pantano de barro, que casi
llegaba a la rodilla, para llegar al punto de encuentro. El alcalde nos recomendó que ayudaramos a cualquier tarea, fuera pública o personal de cualquier vecino ya que en todas partes se necesitaba ayuda. Rápido comprobamos que las zonas más afectadas eran precisamente las zonas más neuralgicas del pueblo; por donde circulaba la antigua rambla, que tras el ingente volumen de agua precipitada en las zonas aledañas al pueblo, quiso recuperar su cauce natural. Por ello nos ofrecimos, como soldados de primera línea, en la zona más afectada y nos repartimos entre el centro médico, el colegio, el puentecillo y el polideportivo que estaba algo más abajo y quedó totalmente inundado, como si fuera una piscina cubierta por 5 cm de agua lodada.necesitaban, poco a poco nos fuimos estableciendo en cuadrillas para meternos de lleno en algunos negocios, casas, patios y corrales donde no paramos de anegar agua y barro durante horas, la falta de material nos complicaba la tarea aunque nosotros, con voluntad, ya no sólo de ayudar si no de hacer un poco más felices a los desgraciados picaceños, sacábamos agua con cubos, barreños, a paladas y carretillas. Muchas casas quedaron tan destrozadas e inutilizadas, que a pesar de estar el día entero ayudando hubo gente que no pudo dormir en
su propia casa y aunque no tenían tiempo de pararse a llorar las perdidas, era inevitable observar la desolación que reflejaban sus miradas al ver como tiraban los recuerdos que durante toda la vida habían guardado con tanto cariño o pensando cuanto le iba a costar la reparación de los vehículos que la corriente había arrastrado y dejado encima de muros, o golpeado uno contra otro.




Cuando acabaron las tareas públicas más voluminosas, en las que también estaban trabajando algunos afortunados vecinos que habían librado la ira de la tempestad, fuimos en pequeños grupos reducidos buscando donde podíamos ayudar, algunas personas que habían tenido livianos destrozos nos rechazaban en favor de aquellos que más ayuda.




«Mi experiencia ha sido sensacional. Me considero un Scout que le encanta servir y poder ayudar a los demás. La motivación de los scouters y rutas que fuimos al Picazo fue muy alta.
De lo que más me sorprendió de la gente
del pueblo fue que de primeras les preguntabas y no se creían que fuésemos a ayudarlos sin ningún objetivo mayor que el de ayudar.
El recibimiento del pueblo, el agradecimiento y ver con tus propios ojos la felicidad de la gente del pueblo tras la ayuda es lo que me hace ayudar y servir sin nada a cambio. Que te agradezcan de corazón algo que haces voluntariamente es la mejor sensación que existe.»
Javier Contreras Martínez, scouter.



Los paisanos del Picazo no tenían palabras para agradecer la ayuda de 30 jóvenes chavales que dejaron sus planes de lado para volcarse en una labor humanitaria con ellos, al igual que lo hicieron muchas personas de pueblos próximos. Nosotros como scouts, estamos orgullosos de nuestro servicio y esperamos estar preparados para extender nuestro brazo a quien necesite una mano, aunque esperamos que estos aciagos sucesos no vuelvan a ocurrir.
Jesús Robles Martínez, scouter.